Tras mucho tiempo investigando un libro heredado por su padre, la biblioteca en la que Dafne se encuentra empieza a estar sumida en una espesa niebla. ¿Tendrá esta niebla algo que ver con el libro? ¿Ha conseguido Dafne descifrarlo? ¿A dónde le llevará esta sospechosa niebla? ¿Qué secretos esconde el libro?
En este libro, los niños y niñas acompañarán a los personajes principales, Dafne y Galopín, en una aventura en la que tendrán que buscar las llaves del reino de la Atlántida, para restaurar la paz.
Érase una vez en la milenaria biblioteca de la ciudad de Orleando donde se encontraba Dafne, la protagonista de nuestra historia.
Era una tarde lluviosa, podía escuchar a lo lejos los truenos de una tormenta que se aproximaba, y vislumbrar a través de las ventanas como los árboles bailaban con el viento. Como todas las tardes, Dafne iba a la biblioteca cuando más vacía estaba, pues le gustaba el silencio casi mágico que reinaba en ella.Llena de curiosidad se detuvo a mirar la página por unos minutos, y descubrió un manuscrito cuyas letras cubrían la página entera. No era su idioma, pero las letras le resultaban familiares, entonces volvió a revisar los apuntes de su padre y entre todo el caos de hojas había una con la misma escritura.De repente, todas las páginas empezaron a moverse mientras una gran masa de niebla comenzó a llenar hasta el último rincón de la biblioteca.
- ¡Por fin he conseguido descifrarlo! – gritó Dafne con una sensación de alivio. De repente, todas las páginas empezaron a moverse mientras una gran masa de niebla comenzó a llenar hasta el último rincón de la biblioteca. - ¿Qué es esto? - dijo asustada. Dafne se sintió mareada, tanto que un profundo sueño poco a poco se iba apoderando de ella, hasta que no pudo hacer nada para evitarlo.
Despertó en lo alto de lo que parecía ser una gran isla, la cual brillaba bajo la mirada del Sol y estaba llena de grandes lagos, tan cristalinos que se podía ver el cielo reflejado en ellos. Estos lagos se perdían entre los frondosos árboles, los cuales formaban un mágico bosque. Admirada por la belleza de aquel lugar, Dafne caminó unos metros desde dónde estaba, mientras repetía: “Esto es La Atlántida”. De repente, en un ligero descuido, Dafne tropezó y rodó colina abajo.