La memoria histórica de Amalia

En el siglo XXI, después de más de sesenta años, aún existen restos humanos de represaliados de la guerra civil española en fosas y cunetas que no se han podido excavar ni investigar por falta de colaboración oficial. Amalia no pudo, a lo largo de tantos años, hacer nada por recuperar los cuerpos de su marido y de su hermano, asesinados por un falangista que despachó su odio contra los rojos a lo largo de la ruta de Sevilla a Badajoz al amparo del ejército franquista. El falangista, de una familia noble de Sevilla, tropieza, entre tanto, con un abogado, compañero de colegio, pero odiado y perseguido por él, que se libra de sus intentos de venganza hasta que se encuentran ambos en Londres en los primeros meses de la guerra española. El abogado, exilado en Inglaterra, estaba comenzando allí una relación amorosa con una interesante joven británica de madre española.