Cuando duele el hambre el pudor se olvida, la conciencia se desvanece, el silencio grita, la verdad reclama, la dignidad del hombre se extingue y aunque la mirada se pierde, la esperanza nunca muere. Cuando duele el hambre la tierra se perturba, el agua se seca, la luz se oscurece, el verde es amarillo y la razón incoherente. Cuando duele el hambre el egoísmo crece, la vanidad se enaltece, el amor es desamor, el encanto desencanto y la verdad fantasía. Cuando duele el hambre nada es más importante, la vida se vuelve frágil, las manos inútiles, los oídos sordos, los ojos ciegos y la voz muda.
El continente africano ha sido sin duda la constante de la esperanza humana que busca dignificarse en su intento de encontrar la historia que le fue arrebatada por un dominio que al marcharse le ha dejado confundida. África, el llanto eterno, a través de diez historias cortas, nos revela escenarios que hacen rendir al hombre frente a la desesperanza que gime y viaja por el mundo inventándose un eco de dolor interminable.