La escritura ha sido para mí desde pequeña una forma de escape. Comencé con algo sencillo, como escribir diarios íntimos. Como seguramente te ha sucedido, la lectura y la escritura siempre van de la mano. Admito que antes de ser o pensar en ser escritora, fui una buena lectora. Hábito que se desarrolló aún más cuando asistía a la escuela secundaria. No fue hasta mi adolescencia que decidí escribir historias ficticias. Al principio fueron comunes, sencillas, sin brillo o potencial literario. Con el correr de los años comprendí lo mucho que me gustaba escribir y fue una necesidad aprender mucho más y mejorar. A los 23 años ingresé a las carreras de Profesorado y Licenciatura en Letras. Recuerdo la primera charla que nos dieron: "Acá no van a aprender a ser escritores". Pero mentiría si dijera que mi carrera no me ha ayudado en lo absoluto. Me otorgó una nueva perspectiva y a enfocarme en lo que quería. Hoy en día el mercado literario es tan amplio que podemos enviar nuestros manuscritos a distintas editoriales y esperar a ser elegidos. Eso no es a lo que aspiro. Lanzándome como escritora independiente tomo las riendas de mi trabajo, mi creatividad y mi tiempo. Es por eso que he dado este paso porque me considero una mujer que va detrás de lo que quiere y ser escritora es lo quiero.