Ambientado en la posguerra y ubicado en un pueblecito de la provincia de León (en aquel tiempo un importante nudo ferroviario a nivel nacional), y abusando adrede de los elementos propios del género folletinesco, este relato cuenta la historia de una monja, hija natural de un indiano millonario, que tras dieciocho años de clausura, sale por primera vez del convento para hacerse cargo del funeral de su padre y de la inmensa fortuna que le corresponde heredar, pero con la orden explícita de la madre superiora de volver al convento con el montante que resulte de la venta de todo lo heredado.
Sin embargo los cálculos de la abadesa se tuercen cuando la monjita se enamora del hijo de uno de los carniceros del pueblo el cual, tras una relación turbulenta, y a pocos días de la fecha establecida para la boda, decide romper su compromiso para casarse con otra mujer.
La ruptura hace que la monjita pierda la razón y se empecine en pasarse la vida sentada en un banco frente a la carnicería del su antiguo prometido, vestida de blanco y pintarrajeada y enjoyada como un payaso.