Tipografía: Cómo elegir la fuente adecuada para tu libro

Al momento de editar un libro, algunas bases simples nos pueden ayudar a elegir una tipografía que haga el contenido de nuestro libro legible, atractivo y cómodo a la lectura.

Algunas consideraciones básicas

Nuestro alfabeto es un sistema de signos cuya interacción permite la representación visual del lenguaje. Cada signo posee características propias, pero sus aspectos comunes con el resto de las letras del sistema nos ayudan a reconocerlos como pertenecientes a un mismo grupo. No importa qué tipografía emplee una página, si es adecuada, podremos distinguir todas las letras sin problemas al leer.

En una tipografía, o fuente tiporáfica, se encuentran diseñados todos los elementos necesarios para escribir un texto. Si la fuente está correctamente diseñada, será posible escribir con ella en cualquier idioma que comparta alfabeto. La unidad mínima de una fuente se conoce como tipo o carácter.

Anatomía de la tipografía

Cada carácter se compone de distintas partes. No existe una misma clasificación de las partes de cada letra, sin embargo una de las clasificaciones las distingues por su apariencia:

Con serifa: Se trata de las letras que tiene remates, terminal o gracia al final del trazo.

Sin serifa: Conocidas también como palo seco, carecen de remates.

Script: tipografías con apariencia o inspirada en la tipografía hecha a mano.

Decorativas o fantasía: Suelen ser creadas con un motivo específico, son muy ornamentales.

Monospace: Están diseñadas para que todos sus caracteres ocupen el mismo espacio.

Es preciso que tomemos en cuenta que cuando se trata de libros, el punto fundamental es la legibilidad. La facilidad con que se puede leer un texto debe ser el punto central a considerar al elegir una fuente, sin dejar de pensar en otros factores como qué tipo de publicación es y quién lo leerá.

Para textos extensos, se prefiere que el libro esté compuesto en tipografía con serifas ya que facilitan la lectura pues crean al ojo la impresión de una línea horizontal sobre la cual se desplaza la vista al leer.

Si no te queda claro que fuente puede ser la mejor para tu libro, un consejo práctico que puedes aplicar es acudir a una biblioteca y revisar publicaciones similares a la tuya. Así sabrás cuál es el perfil más común en obras como la tuya.

Las fuentes más comunes para libros impresos son Baskerville, Bodoni, Caslon, Century Old Style, Fournier, Garamond, Sabon y por supuesto Times New Roman, que no por conocida es mala, de hecho fue creada 1931 como parte de un rediseño hecho al periódico londinense The Times, y está diseñada para ser comoda a la lectura.

En cuanto al tamaño de una fuente, conocido como cuerpo, no existe un estándar. Se recomienda que cada línea contenga entre 60 y  80 caracteres por línea, por lo que el cuerpo de letra adecuado es entre 12 y 13 puntos. Si los caracteres se encuentran excesivamente separados o muy juntos terminarás por cansar la vista y dificultar la lectura.

Cuando hablamos de textos que serán leídos a través de un soporte digital, lo mejor es seleccionar tipografías de palo seco ya que se adaptan mucho mejor a las posibles resoluciones de los dispositivos. También suelen ser muy útiles en titulares o cubiertas pero en la lectura prolongada en textos impresos tienen a ser cansinas.

Te recomendamos que visites google fonts, ya que podrás encontrar muchas tipografías de las cuales podrás tirar al momento de editar tu libro; explora todo lo que quieras, tomando en cuenta los consejos que te damos para elegir la tipografía de tu libro y de la portada. Recuerda también que contamos con un servicio de maquetación profesional a través del cual podemos auxiliarte si quieres que tu libro tenga el mejor acabado.