En entretenedor del andén

Hasta no hace mucho, y antes de que se instalaran los actuales sistemas de seguridad para controlar el acceso a los trenes de viajeros y equipajes, era frecuente ver a la gente deambular por los andenes de las estaciones por motivos diversos. Unos, los curiosos, para ver el paso de los trenes y el trajín de los viajeros bajando y subiendo de ellos. Otros, aguardando la llegada de familiares o amigos. Otros más, los precavidos, para estar con suficiente antelación a la hora de la partida de su tren. En fin, otros más aún, los que por una u otra causa han perdido su tren y deben aguardar la llegada del próximo.

También era normal ver a unos singulares personajes que se dedicaban a diferentes y  chocantes quehaceres, favorecidos por el propio ir y venir de los viajeros, como el de los entretenedores del andén, un oficio ya desaparecido y que se mantuvo como una tradición en algunas ciudades del sur de Italia, figuras que ofrecían inusitados servicios a quienes los solicitaban, o aceptaban su invitación, cuando no les era impuesta, a cambio de una compensación dineraria regulada.