Calendario 10 / marzo / 2020 Cantidad de comentario Sin Comentarios

José Arturo Cosme Valadez es licenciado en Filosofía y tiene más de treinta años de experiencia como editor. Es autor de una decena de guiones cinematográficos, guiones para televisión, radio, cómic, así como de Niños muy malos, publicado recientemente en Bubok. Hablamos con él con motivo de su próxima presentación.

 

¿Cuál fue tu motivación para escribir Niños muy malos?

Es parte de un proyecto mayor que pretende llevar claridad a la vieja dicotomía entre libertad (condición de toda responsabilidad) y determinación (social, psicológica, genética, neurológica, histórica, etcétera). El campo en el que se suele plantear este tipo de problemas, la filosofía, es muy abstracto, y a menudo pasa por alto los sucesos reales. Yo quise investigar algunos para no perder piso y elegí casos de niños asesinos: niños, porque pensé que presentarían el fenómeno con menos variables que los adultos; asesinos, debido a que el acto de matar es el epítome del mal en casi todas las culturas y presenta de manera descarnada la necesidad de dirimir entre un acto libre y uno condicionado externamente. Por último, una vez investigados los casos, juzgué que podrían interesarles a otras personas porque el tema toca una gran cantidad de disciplinas, desde la filosofía y la antropología hasta la teología y, por supuesto, la criminología, pasando por el derecho, la sociología, la psicología, etcétera.

 

Niños muy malos: Arturo Cosme Valadez presenta su nuevo libro¿Cómo fue el proceso de escritura?

Primero reuní todo el material posible para cada caso; al ordenarlo, advertí que con más frecuencia de la deseable había contradicciones e inconsistencias entre las fuentes. Al redactar quise dar cuenta de ellas y traté de ofrecer al lector una visión coherente, por más que no pueda dársele valor probatorio sino meramente interpretativo. Eso no es tan infrecuente como algunos creen, pues el escritor (historiador, periodista) debe cubrir los “huecos” que todo relato, así sea hecho por los participantes directos, deja. Sin duda, tratar de hacer esto con equilibrio, honestidad y buen juicio fue la parte más difícil del proceso de redacción.

 

¿Cuáles fueron los factores que tomaste en cuenta para seleccionar a los niños que incluirías en el libro?

Fueron sobre todo dos. El primero, la edad. No podía admitir asesinos menores de siete años −que los hay−, porque la intencionalidad del acto se pierde en una condición que por consenso se considera incapaz de concebir sus consecuencias y, por lo tanto, irresponsable. Tampoco quise ir más allá de los quince años debido a que, conforme crece el individuo, está sujeto a más determinaciones de distinta índole, en particular las de la sexualidad reproductiva, que oscurecen y hacen más complejo el panorama. Dicho sea de paso: el límite me lo dio la propia investigación, pues si bien son relativamente escasos los asesinos menores de quince años, a los dieciséis encuentras una verdadera eclosión de ellos. En segundo lugar, busqué casos donde no hubiera un evidente condicionamiento externo, como los menores que pertenecen a pandillas, aquellos que actuaron con un motivo preciso (robar, vengarse, defender a un familiar, etcétera) o que mataron por accidente. En contraste, los niños cuyos actos reseño asesinaron −en la medida en que puede decirse− por propia iniciativa y con clara conciencia de que el resultado sería que una persona muriera.

 

¿En qué momento de tu carrera comenzaste a estudiar los comportamientos violentos?

Realmente, menos que la violencia, me interesa el problema del mal (aunque por supuesto se implican). Durante mucho tiempo éste se interpretó desde la teología y el problema, así como las soluciones, giraban en torno a por qué dios permitía tal cosa. Por extraño que parezca, aún no superamos del todo esa visión. Sin embargo, cada vez es más claro que debe plantearse el asunto del mal (y los asociados a él, como el de la libertad, la responsabilidad, etcétera) desde una perspectiva multidisciplinaria. Es lo que intento.

 

¿Qué crees que nos aporta el análisis filosófico de los comportamientos violentos?

La filosofía −o mejor dicho, algunos planteamientos filosóficos− nos ofrece una visión de conjunto que difícilmente tiene otra disciplina. El problema, sin embargo, es que las abstracciones que genera no siempre hallan las mediaciones para vincularse con otros saberes y, digamos, aterrizar conclusiones que no sólo den una interpretación (como la idea de que el mal es la ausencia de ser o corrosión de la nada), sino que nos orienten al enfrentar la maldad del mundo cotidiano.

 

En el prólogo de Niños muy malos mencionas que las razones que pueden llevar a un menor a cometer un crimen son multifactoriales e incluso eres firme en por qué no sería correcto diagnosticarlos como «psicópatas». En este contexto, ¿qué podrías decir acerca de la violencia y los constantes homicidios y feminicidios en México?

Bueno, yo menciono el debate entre psicólogos acerca de la psicopatía infantil, pero no tomo partido. Si me preguntas, creo que la mayoría de los niños asesinos que aparecen en el libro lo son (lo cual no los convierte en enfermos, como los psicóticos). En cuanto a la violencia que padecemos en el país, y en particular la de género, me parece obvio que es consecuencia de una descomposición social de proporciones descomunales. No cabe duda que en ella intervienen factores económicos, culturales, psicológicos, etcétera, pero quiero creer que también incide la libertad. Esto significa que los perpetradores pudieron actuar de otra forma y, en consecuencia, son responsables de sus actos y acreedores a un castigo. Cuando se pretende, desde una supuesta posición bondadosa, que se trata de víctimas sociales (no digo que no lo sean) quienes padecen una enfermedad curable a través del amor, tal discurso, que ha permeado hasta la esfera más alta del gobierno, omite la maldad ejercida sobre las víctimas y sobre las personas cercanas a ellas, que son así revictimizadas. Quien no cree en el mal piensa que nadie es responsable de sus actos y es incapaz, por ello, de hacer prevalecer la justicia en general y el Estado de derecho en particular.

 

En tus propias palabras, ¿qué podrán encontrar los lectores de Niños muy malos en tu trabajo?

El libro, claro está, no ofrece soluciones −nadie, creo, está en posición de hacerlo−, pero espero que a través de él se llegue a tener una idea de las dimensiones y complejidad del problema, y sea motivo de reflexiones ulteriores. Es importante porque el tema, por lejano que nos parezca −la mayoría no conocemos ningún niño asesino− está en el centro de prácticamente todos los conflictos de nuestra sociedad.

Arturo estará presentando Niños muy malos el próximo viernes, aquí puedes encontrar toda la información. Adquiere ya tu ejemplar de Niños muy malos en nuestra librería en línea o en tu plataforma digital preferida.

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